Estas 'honey biscuits' son las galletas que más han pasado por mi horno desde 2009, cuando compré en Londres un librillo de recetas por cuatro libras que me ha sacado de más de un apuro en lo que a postres se refiere.
A mi madre le encantan. Dice que son adictivas aunque me temo que esto sea porque son dulcisísimas y no del todo saludables. Pero, ¿quién no se merece un caprichillo de vez en cuando? Yo hoy me he merecido, por lo menos, tres.
Ingredientes (para unas 20 galletas tamaño té):
100 gr. de mantequilla derretida
6 cucharadas de miel suave
50 gr. de azúcar moreno
1 cucharadita de bicarbonato sódico
1 yema de huevo
150 gr. de harina
La puntita de una cucharilla de canela (aunque he de reconocer que, con lo que me gusta a mí la canela, mis puntitas más bien son puntazas)
75 gr. de chocolate negro
75 gr. de chocolate blanco
¿Cómo se hace?
Calienta, lo primero, el horno a 190ºC porque esto se prepara rapidisímo
En un cuenco, mezcla la mantequilla derretida, con la miel, el azúcar, el bicarbonato y la yema de huevo. Luego, ve añadiendo poco a poco la harina y no dejes de remover hasta que te quede una masa suave y cremosa. Ya está hecho.
Cubre el fondo de la bandeja de tu horno con papel de aluminio y ve echando cucharaditas de la masa. No pongas los pegotes muy juntos ya que estas galletas se expanden que da gusto. Cuando hayas acabado con toda la masa, mete la bandeja al horno durante unos 7 minutos, hasta que estén doraditas. Con este tiempo, a mí se me suelen quedar blanditas por dentro y como con una fina costra crujiente que está de muerte. Pero, como siempre digo, cada horno es un misterio.
Tras hornear las galletas, deja la bandeja a temperatura ambiente por unos minutos para que las galletas se enfríen un poquillo y así no se rompan cuando las manipulemos. Luego ya las podemos sacar a una rejilla para que terminen de enfriarse.
En el microondas, derretimos el chocolate blanco. El truco de que no se queme es: 1. No poner el micro a tope de power 2. Calentar durante unos 20 segundos y dar vueltas al chocolate. Otros diez segundos en el micro y volver a dar vueltas y 3. Con un par de veces, veremos que al dar vueltas el chocolate se va derritiendo gracias al propio calor que ha cogido el bol; así que sigue dando vueltas hasta que se derrita del todo.
Con nuestro mejunje, untaremos la mitad de una de las caras de todas nuestras galletas. Dejamos endurecer en la nevera.
Cogemos el chocolate negro, lo derretimos del mismo modo y ahora untaremos la otra mitad de la otra cara de las galletas de manera que cada parte tenga un chocolate distinto. Volvemos a dejar enfriar y ya están listas para comer.
No son muy veraniegas que digamos porque, con todo el chocolate, nos podemos poner como un cristo; pero es que hoy, cuando me he despertado, pensaba que me había teletransportado a Galicia en noviembre ¡Menudo día nublado! ¡Qué mes de agosto estamos teniendo!
*Mis cucharaditas a la hora de repartir la masa son cucharadas soperas en realidad. Salen galletas bastante grandotas y me hace mucha gracia (¡qué afán por la comida, leche!) aunque quedan más monas si son de un tamaño más manejable tipo galleta de té de toda la vida.
*En la receta original, estas galletas se hacen con sirope de arce. Quedan requetebuenísimas; pero PROBLEMA: no en todos los venden sirope de arce y, donde lo encuentras, suele tener unos precios poco apetecibles.
*¿No eres muy de chocolate? Entonces, cuando tengas la masa repartida en la bandeja y antes de meter tus galletas al horno, échales un poquito de azúcar moreno por encima y chimpún.