Lo peor de empezar un blog, al menos para mí, es comentárselo a tu familia y amigos... ¡Madre mía, qué vergüenza! Por "suerte" cuento con alguien para esta función. Por más que yo me haya empeñado en que el blog fuese, de momento, un medio secreto; ÉL ha conseguido que se entere toda mi familia y parte de la suya.
La parte buena es que ahora que lo sabe la gente más cercana, no paran de darme ideas y sugerencias. Una de las primeras fue esta: la receta de la tarta de queso. Puedes encontrar tropecientas diferentes a nada que busques. Más densas, ligeras, con sabor a tal o a cual, con base de galletas o de hojaldre... Pero, para mí, la que hoy presento es una de las mejores. Ligera, clásica, con un montón de galletas en la base... ¡Qué pronto va a caer!
La base:
150 gr de galletas (a mí me gusta usar las de tipo Chiquilín, pero en realidad vale cualquiera)
70 gr de mantequilla derretida
El relleno:
2 huevos
1 yogur griego natural sin azucarar
1 tarrina (250gr) de queso de untar (podéis usar bajo en grasa si así os sentís menos culpables)
3 o 4 cucharadas de azúcar
Una chorradita de zumo de lima o, en su defecto, de limón
50 gr. de harina
Mermelada del sabor que más os guste para adornar
¿Cómo se hace?
Empezamos por la base. Para esto picamos las galletas hasta hacerlas polvo y las mezclamos con la mantequilla derretida. Tiene que quedar una textura suelta pero que se compacte si la apretamos un poco. Con esta mezcla, forramos la base de nuestro molde desmontable.
Para el relleno, cogemos los huevos y separamos las claras de las yemas.
En la fuente donde hayamos puesto las yemas, echaremos también el yogur, el queso, la chorradita de lima y el azúcar. Removemos hasta que se quiten todos los posibles grumitos que deje el queso de untar. Una vez que todo esté bien mezcladito, añadimos la harina y volvemos a batir.
En otro bol, montamos las claras a punto de nieve. Cuando estén bien cuajadas, echaremos suavemente la mezcla de las yemas a nuestras claras montadas y mezclamos todo bien con movimientos envolventes para evitar que baje la esponjosidad. Aquí está la clave para que quede una tarta de queso bien ligera.
Una vez que hemos rellenado el molde con esta masa, echaremos aquí y allá unos pegotes de mermelada que se hundirán dentro de la tarta y le darán un toque de color y sabor.
Ya podemos meter la tarta en el horno que habremos precalentado a 180º. Cuando hayan pasado unos 20 minutos, bajamos la temperatura a 170º y horneamos por 40 minutos más. Más o menos, nuestra tarta tiene que estar en el horno durante una hora. Si vemos que se está tostando, podemos cubrirla con una hoja de papel de plata.
Algo importante para una cheesecake perfecta -y que yo no hice, por cagaprisas- es dejar que la tarta enfríe dentro del horno. Así este proceso se realizará de manera lenta y uniforme y conseguiremos evitar que se nos raje... tal y como me pasó a mí. ¡Zasca!
Personalmente, no es algo que me importe en exceso ya que de sabor sigue estado buenísima. Sin embargo, no es la mejor opción si queremos llevarla como detalle a casa de alguien...
En fin, espero que esta receta sea del gusto de Francis y ¡muchas gracias por la idea!
(Pues parece que ¡sí que le gustó!)
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