domingo, 30 de marzo de 2014

Fideuá para vagos

La fideuá para vagos es para vagos completos. De esos a los que les da tanta pereza cocinar como pelar las gambas. Con esta receta, en media hora escasa tenemos un plato con gracia para un domingo.

Tanto este plato como la paella, son algo que siempre me ha dado "cosica" ponerme a cocinar. Pero esta fideuá es lo más sencillo del mundo ¡y solo se mancha una sartén!


Ingredientes (para dos personas):

500 ml de caldo de pescado (el de tetrabrick hace el apaño estupendamente)
1 diente de ajo
1 ñora o medio pimiento rojo fresco
Un puñadín de mejillones (a nosotros no nos van, pero le dan gustito a la fideuá)
Media sepia (o una entera si os gusta con muchos tropezones)
6 o 7 anillas de calamar
100 gr. de gambas peladas
Un chorreón de tomate frito
250 gr. de fideos de fideuá (los fideos gordos son los que se utilizan en realidad, pero a mí me hacen más gracia estos)
Aceite, sal y condimentos para paella

¡Aaaaay... Esta foto empavonada aún me da más ganas de fideuá!

¿Cómo se hace?

Lo primero de todo es preparar los ingredientes sobre la encimera para que luego solo haya que ir echando uno detrás de otro: le damos unos golpes a la sepia para ablandarla y la cortamos en cuadraditos; cortamos también las anillas de calamar en tres o cuatro pedazos; medimos nuestro medio litro de caldo; lavamos la ñora o el pimiento...

En una sartén con una chorradita de aceite caliente, doramos el ajo junto a la ñora. Cuanto estén a punto de dorarse, añadimos los tropezones -en este caso: gambas, mejillones, sepia y calamares- y los dejamos que se hagan a fuego medio durante unos minutos.

Ahora, añadimos el tomate frito, ajustamos de sal y añadimos los condimentos. Últimamente, estoy usando este de la marca Ducros que es una mezcla de especias entre las que se encuentra el azafrán. También me gusta echarle un poquito de cilantro molido.


Cuando ha hecho un poquito de chup-chup, se echa el caldo de pescado y se lleva a ebullición durante un par de minutos. Ahora ya podemos añadir los fideos, que dejaremos cocer a fuego no muy alto por unos 15 o 20 minutos dándo vueltas de vez en cuando y probando para ver cuando llegan al punto. Lo normal es que en el momento en que el caldo se haya consumido casi por completo, los fideos estén listos -si todavía están duros, siempre podemos añadir un poco de agua para que terminen de hacerse.

En el momento en que veamos que los fideos están perfectos, dejaremos reposar nuestra fideuá tapada por cinco minutos. Vamos, mientras colocamos la mesa.

¡Y no queda más por hacer que servirla y rebañar el plato!


Cositas de interés:
*Si eres un poco menos vago, siempre puedes hacer tú mismo el caldo de pescado. A mí es algo que me da mucha pereza; por eso, como mucho, pongo a hervir por un rato el caldo de tetrabrick junto a alguna cabeza de pescado que tenga por el congelador, los restos de la sepia, quizá un poco de perejil... Pero vamos, que el caldo prefabricado no queda mal.
*Si ya te has levantado con los niveles de pereza en -10º, entonces puedes currarte un alioli casero batiendo un huevo con un diente de ajo mientras añades poco a poco aceite de oliva.
*He probado a hacer esta receta para unas diez personas y, multiplicando las cantidades, queda genial también.

domingo, 16 de marzo de 2014

Migas del Tío Beltrán

Isaac, Isaías, Isaacson, el pastricero... Cada día se le saca un nuevo nombre a este compañero de teatro que hace las mejores migas aragonesas around the world.  En todas las fiestas del pueblo es el encargado de prepararlas y pocas veces sobra algo. La receta viene de su padre, el tío Beltrán y su secreto es... ¡pues vete a saber! Pero desde que me dijo cómo hacerlas no he parado de intentarlo y, creo, que cada vez me acerco más a lo que él prepara.


Ingredientes (para dos personas):

250 gr. de pan para migas (el de la marca "El Pastorcico" es el que recomienda Don Isaac)
Una patata hermosa
Una cebolla mediana
Un par de dientes de ajo
100 gr. de chorizo fresco
100 gr. de longaniza fresca
75 gr. de panceta fresca (para variar...)
Aceite de oliva y sal

¿Cómo se hace?

Lo primero de todo es humedecer el pan. Para ello, pondremos la bolsa de migas en una fuente grande e iremos esparciendo agua poco a poco hasta notar que el pan está suficientemente húmedo sin estar mojado, mojado (¿esto se entiende? :S). Para la bolsa de 250 gr. yo utilicé un poco menos de un vaso de agua.

Reservamos las migas en la fuente tapadas con un trapo.

Continuamos con nuestra patata. La pelamos y la cortamos a cuadraditos pequeñines. La freímos a fuego suave para que se quede tierna. Sería algo parecido a confitarla. Cuando esté lista, la pondremos en un plato con papel absorbente para quitarle el exceso de aceite.

Mientras tanto, picamos la cebolla muy, muy finita para no encontrarnos ningún tropezón en nuestras migas una vez hechas. En una sartén bien profunda para que nos quepa todo -yo utilizo el wok del Ikea- la pochamos junto a los ajos escachados.  Antes de que se dore, añadiremos el relleno desmenuzado del chorizo y la longaniza; así como la panceta cortada a trozos lo más pequeños posible.

Sofreímos el cerdo y, cuando veamos que ya está casi hecho, añadimos la patata y el pan húmedo. Ahora toca remover y remover y vuelta a remover.  Así estaremos al menos por una hora... así que es mejor tener a alguien al lado que nos haga el relevo de vez en cuando porque SÍ, acabas por hartarte de migas antes de comerlas.


Sabremos que están listas y estupendas cuando hayan pasado de ser migas medio grandes y compactas a virutas sueltas. Esto ocurre cuando se haya secado todo el agua con la que las hemos humedecido previamente.

Y chimpún. Ya tenemos nuestras migas hechas. Solo queda sentarse a comerlas y disfrutar de este clásico.


Cositas de interés:
* En lugar de comprar el chorizo y la longaniza en la tripa podemos comprar la "maseta" suelta. Es decir, lo que en la carnicería llaman el traste. Con esto nos ahorramos el trabajo de destripar el embutido para desmenuzarlo.
*Sí, las migas también están buenas con menos esfuerzo: si en vez de estar una hora o más dando vueltas a la sartén, estás menos rato... te van a saber ricas, pero no es lo mismo. Si no te lo crees, haz la prueba.
*Para aquellos que no teman por su colesterol, la guinda de este plato es un buen huevo frito encima. De esos de puntilla tostadita y yema líquida. Se me hace la boca agua de pensarlo.



sábado, 8 de marzo de 2014

La Cheesecake ligera que gusta a todo el mundo

Lo peor de empezar un blog, al menos para mí, es comentárselo a tu familia y amigos... ¡Madre mía, qué vergüenza! Por "suerte" cuento con alguien para esta función. Por más que yo me haya empeñado en que el blog fuese, de momento, un medio secreto; ÉL ha conseguido que se entere toda mi familia y parte de la suya.

La parte buena es que ahora que lo sabe la gente más cercana, no paran de darme ideas y sugerencias. Una de las primeras fue esta: la receta de la tarta de queso. Puedes encontrar tropecientas diferentes a nada que busques. Más densas, ligeras, con sabor a tal o a cual, con base de galletas o de hojaldre... Pero, para mí, la que hoy presento es una de las mejores. Ligera, clásica, con un montón de galletas en la base... ¡Qué pronto va a caer!


 Ingredientes:

La base:
150 gr de galletas (a mí me gusta usar las de tipo Chiquilín, pero en realidad vale cualquiera)
70 gr de mantequilla derretida

El relleno:
2 huevos
1 yogur griego natural sin azucarar
1 tarrina (250gr) de queso de untar (podéis usar bajo en grasa si así os sentís menos culpables)
3 o 4 cucharadas de azúcar
Una chorradita de zumo de lima o, en su defecto, de limón
50 gr. de harina

Mermelada del sabor que más os guste para adornar


¿Cómo se hace?

Empezamos por la base. Para esto picamos las galletas hasta hacerlas polvo y las mezclamos con la mantequilla derretida. Tiene que quedar una textura suelta pero que se compacte si la apretamos un poco. Con esta mezcla, forramos la base de nuestro molde desmontable.

Para el relleno, cogemos los huevos y separamos las claras de las yemas.

En la fuente donde hayamos puesto las yemas, echaremos también el yogur, el queso, la chorradita de lima y el azúcar. Removemos hasta que se quiten todos los posibles grumitos que deje el queso de untar. Una vez que todo esté bien mezcladito, añadimos la harina y volvemos a batir.

En otro bol, montamos las claras a punto de nieve. Cuando estén bien cuajadas, echaremos suavemente la mezcla de las yemas a nuestras claras montadas y mezclamos todo bien con movimientos envolventes para evitar que baje la esponjosidad. Aquí está la clave para que quede una tarta de queso bien ligera.

Una vez que hemos rellenado el molde con esta masa, echaremos aquí y allá unos pegotes de mermelada que se hundirán dentro de la tarta y le darán un toque de color y sabor.



Ya podemos meter la tarta en el horno que habremos precalentado a 180º. Cuando hayan pasado unos 20 minutos, bajamos la temperatura a 170º y horneamos por 40 minutos más. Más o menos, nuestra tarta tiene que estar en el horno durante una hora. Si vemos que se está tostando, podemos cubrirla con una hoja de papel de plata.

Algo importante para una cheesecake perfecta -y que yo no hice, por cagaprisas- es dejar que la tarta enfríe dentro del horno. Así este proceso se realizará de manera lenta y uniforme y conseguiremos evitar que se nos raje... tal y como me pasó a mí. ¡Zasca!


Personalmente, no es algo que me importe en exceso ya que de sabor sigue estado buenísima. Sin embargo, no es la mejor opción si queremos llevarla como detalle a casa de alguien...

En fin, espero que esta receta sea del gusto de Francis y ¡muchas gracias por la idea!


(Pues parece que ¡sí que le gustó!)