domingo, 29 de junio de 2014

Pasta al vodka para superar resacas gordas

¿Quién no ha oído alguna vez que la resaca se cura con más alcohol? No creo que sea cierto -tampoco me he parado a comprobarlo- pero lo que sí es verdad es que ¿a quién no se le ha apetecido un buen plato de pasta la mañana post-fiestasdesupueblo?

Es un hecho irrefutable que a más alcohol ingerido, más cantidad de hidratos y de grasas le apetecen a nuestro martirizado cuerpo. Y esa fantasía se hace realidad con este plato que, incluso, puedes dejar hecho la tarde de antes -lo cual también es sano si tienes la costumbre de atracar la nevera nada más entrar por la puerta a las 6 de la mañana... ejem...

La primera vez que probé la salsa que acompaña a esta pasta fue de manos de un romano que me trajo a la mesa unos ravioli rellenos de espinacas. ¡Ay, qué cosa más buena! Nada más llegar a casa tuve que preparar la receta que medio me contó el italiano en cuestión y le añadí -sí, soy una tragaldabas- un toque de chorizo que bien puede intercambiarse por jamón cocido o panceta (variaciones, por cierto, mucho más cercanas a la receta original de penne alla vodka).

Ingredientes (para dos raciones hermosotas):
250 gramos de pasta -a mí me gusta utilizar estilo macarrones para que se meta bien el condimento (risotada malvada)-
30 gramos de mantequilla
1 cebolla mediana
100 gramos de chorizo
3 tomates bien maduros -unos 200 gramos-
200 ml. de nata para cocinar
1 vaso de vodka
sal, pimienta, orégano y, si se quiere, una guindillita


¿Cómo se hace?

Lo primero de todo será preparar los ingredientes: picar muy fino la cebolla, rallar los tomates y cortar el chorizo a taquitos pequeños, si somos de mijitas; o a pedazos más grandes, si somos unos exagerados.

Ponemos a hervir el agua para cocer la pasta según las indicaciones del fabricante.

En una sartén grandota, derretimos la mantequilla. Ahí pocharemos la cebolla picadita con un poco de sal -según mi amiga Natalia, la cebolla se hace peor si no está salada. Pues nada, le haremos caso- hasta que quede ligeramente dorada. En ese momento, añadimos el chorizo y lo rehogamos por un par de minutos. Este sería el momento, también, de añadir el toque picante si nos apetece. Cuando ya esté medio hecho el chorizo, capuzaremos el tomate rallado. 

En un par de minutos ya podremos añadir el vaso de vodka. Sin miedo: ¡Alegría! Subimos el fuego y dejamos cocinar unos minutos para que se evapore el alcohol. Cuando deje de oler como la camiseta en la que nos tiraron una cubata la noche de antes, sabremos que está listo.

Por último, vertemos la nata al sofrito y bajamos el fuego a media temperatura. Salpimentamos y dejamos cocinar un ratito: hasta que empiece a hervir y un poco más.

Mientras tanto, vamos escurriendo la pasta cocida y la pasamos por el grifo con agua fría para cortar la cocción y que no se nos quede blandiblú

Ya solo queda juntar en nuestra sartén la salsa y la pasta y dar vueltas a fuego bajo para que los pennes-sigue sonando un poco feo en mi cabeza- se empapen bien del acompañamiento. 

Animaos a probar esta cosa rica porque seguro que no os arrepentís: vuestro cuerpo resacoso y dolorido os lo agradecerá. Lo único que se podría mejorar de esta receta sería acompañarla de una pastillita que te permitiera borrar de tu mente los momentos vergonzosos que tu colega te ha hecho recordar al colgar en Facebook las fotos que hizo anoche.


miércoles, 25 de junio de 2014

Bizcocho de fresas con nata para una tarde de verano

Junio, el mes con las mañanas más soleadas y las tardes más inciertas. Por lo menos en mi ciudad es imposible planificar qué vas a hacer a la tarde solo por cómo ha amanecido el día. 
Ahora bien, a un buen trozo de bizcocho le importa poco el tiempo que haga: si llueve lo tomas con Cola-Cao; si hace sol, con una horchata. 



Ingredientes:
4 huevos 
250 gr. de azúcar
100 gr. de nata
230 gr. de aceite de girasol
350 gr. + 1 cucharada de harina 
1 sobre de levadura química
250 gr. de fresas
Aceite o mantequilla para engrasar el molde


¿Cómo se hace?
Batimos los huevos junto al azúcar hasta que blanquee y aumente un poco su volumen -lo típico de casi todos los bizcochos. Comenzaremos a añadir la nata batiendo suavemente y, luego, haremos lo mismo con el aceite que verteremos a chorro fino. Es importante no excedernos al batir la mezcla ya que el resultado final podría quedar demasiado pringoso.

Tamizamos los 350 gramos de harina junto a la levadura y las añadimos a nuestra masa hasta que quede completamente integrada y sin grumos. 

Cogemos las fresas, las lavamos y las troceamos. Si son medianas, con partirlas en cuatro es suficiente; pero esto va un poco a ojo. Espolvoreamos por encima la cucharada extra de harina que teníamos reservada y rebozamos bien nuestros trocitos de fresa para, después, añadirlas a la masa.

Por último, engrasamos un molde de bizcocho y echamos la mezcla con cuidado de que las fresas queden bien repartidas. 

Ya solo queda meterlo en un horno precalentado a 190º y esperar alrededor de 45 minutos o hasta que pinchemos y el palillo nos salga limpio.

Y chimpún. Ya tenemos un bizcocho especial para nuestras tardes de verano.




*Antes de juntar la nata con el huevo, podemos montarla un poco para darle aún más esponjosidad al asunto. 
* Si nos sentimos especialmente golosillos - tal y como me ha pasado a mí- podemos ponerle hilos de chocolate por encima como en el Cake de jengibre. ¡Ay, Omá!

miércoles, 11 de junio de 2014

Crema de pimientos y nueces: Mohammara para los amigos

Acabo de saber la nota de mi primer examen de árabe y qué mejor manera de celebrarlo que haciendo esta crema. Al igual que el hoummus, es típica de los entrantes de la cocina de oriente próximo y se realiza con ingredientes muy mediterráneos. No están muy claros los orígenes del mohammara: la duda está entre Siria y El Líbano. Sin embargo, a mí me la dio a conocer mi profesor -libanés de nacimiento- así que no he dudado a atribuírsela a su país. 


Desde que la conocí, es un clásico de mi nevera y siempre suele haber un bote listo para untar.

Ingredientes:
1 bote de pimientos del piquillo al natural (aunque también se puede hacer con pimientos asados en el horno)
2 puñados de nueces mondadas
1 diente de ajo pequeño
1 chorrito de zumo de limón
2 o 3 rebanadas de pan frito
Sal al gusto

¿Cómo se hace?

En un procesador de alimentos -o en el vaso de la batidora- ponemos los pimientos escurridos, las nueces, el zumo de limón y el diente de ajo y batimos bien. 

Poco a poco, vamos añadiendo trozos de pan hasta encontrar la textura deseada. Cuanto más espeso nos guste, más pan echaremos. Una vez encontrado el espesor ideal, añadimos la sal y batimos hasta que quede sin ningún grumo. 


Dificilísimo, ¿no?

Solo falta untarlo en una tostadita y estará listo para comer. Podemos ponerle por encima un chorrito de aceite y pimentón picante para darle un toque extra.


Cositas de interés:
*La receta original, incluye melaza de granada; pero, dado que es un poco difícil de encontrar aquí, se puede omitir y queda buenísima de todas formas.
*Se puede añadir una cucharada de tahine si nos gusta el sabor tostado que aporta y, también, podemos hacer el mohammara más cremoso con medio yogur griego en la mezcla.
*Otra forma de presentación -la más típica- es ponerlo en un pequeño recipiente a modo de dip para mojar en el mohammara trocitos de pita horneados.  

jueves, 5 de junio de 2014

Croquetas de chorizo

¡Madre mía! Más de un mes sin publicar, ¡con el buen ritmo que llevaba! Este mes de mayo ha estado cargadito: cumpleaños, una boda, últimos días de clase... Espero que con estas croquetas vuelva la normalidad.

Las he hecho ya un par de veces -para picotear el día de Navidad y en un cumpleaños- y, además de llamar mucho la atención, han resultado buenísimas.

Lo mejor de todo es que las puedes congelar una vez rebozadas y así tenerlas listas para freír en un momento de apuro.



Ingredientes (para unas 30 croquetas):

100 gr. de mantequilla
100 gr. de harina
1 litro de leche
Nuez moscada (para ese gustito típico de la bechamel)
200 gr. de relleno del chorizo fresco
sal pimienta
1 huevo y pan rallado para el rebozado
Aceite para freír

¿Cómo se hacen?

En una sartén caliente echamos el relleno del chorizo desmenuzado para sofreírlo un poquito. No hace falta echar aceite a la sartén: será la propia grasa de la carne la que haga que no se nos pegue. Sacamos nuestro chorizo recién hecho a un papel absorbente.

Ahora es el turno de la besamel. ¡Vaya miedo me da hacerla de normal! Sin embargo, con estas croquetas nunca he tenido problemas. En una sartén grande y  profunda, ponemos la mantequilla a derretir. Una vez haya quedado líquida, añadimos la harina y la hacemos un poquito para que pierda el gusto a crudo.

Llega el momento difícil: vertemos la leche poco a poco. Un chorrito, y damos vueltas con brío a nuestro proyecto de bechamel hasta que casi se haya consumido la leche. Entonces podremos echar otro chorro de leche y volver a batir como si no hubiera mañana. Aquí está el misterio: remover, remover y volver a remover. Hasta que parezca que se nos va a caer el brazo.

Cuando por fin hemos vertido el litro de leche por completo a nuestra sartén, hay que subir un poco el fuego hasta que comience a hervir. Será en este momento del chop-chop cuando salpimentemos al gusto y añadamos la nuez moscada -con un par de cucharaditas a mí me pareció suficiente.

Todavía no ha terminado la pesadilla de las varillas: todavía falta que la "crema-proyectodebesamel" se cocine durante unos 10 minutos más. Por eso, lo mejor es contar con un pinche de cocina: un miembro de la familia que no sepa en qué lío se está metiendo.

Por último, añadiremos nuestra carne de chorizo lo más picadita posible y mezclaremos todo durante cinco minutillos para que nos quede una masa bien sabrosa. Con esto, lo difícil ha acabado.

Para dejar que se enfríe la masa -y así poder darle forma a las croquetas-, la sacaremos a un plato hondo y la cubriremos con film transparente. Cuando ya no esté caliente, caliente la podremos refrigerar y en unas horas tendrá la consistencia perfecta. Normalmente, yo la dejo reposar por toda una noche.

Llega el turno de la marranada; y es que ¡no veas cómo pringan! Haremos -o intentaremos hacer- bolitas de masa ayudándonos de un tenedor o una cucharilla. Cuando tengamos, más o menos, la forma deseada la pasaremos por pan rallado, luego por el huevo batido, y una vez más por pan. Así hasta vaciar el plato de masa y llenar una bandeja con nuestras croquetas de chorizo: Bolita, pan, huevo, pan. Bolita, pan, huevo, pan.


En otra sartén con aceite bien caliente, las freímos hasta que queden doraditas y ya están listas para comer.

En mi casa, donde casi nunca salimos de las croquetas de bacalao, estas han causado furor.